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La segunda guerra púnica (parte 2 de 3)

En el invierno de 214 AC, Aníbal lleva a sus tropas a bases invernales y se prepara la siguiente temporada de la campaña.

Al año siguiente, 213 AC, en Roma, tienen lugar las elecciones que preocupaban tanto a Sempronio Longo. Y salen elegidos Cayo Flaminio y Cneo Servilio Gémino.


Cayo Flaminio salió a reunirse con las legiones de nuevos reclutas y marcha hacia el norte para contener a Aníbal, y evitar que destruya las zonas rurales romanas.

Aníbal, tenía otros planes en mente. Volvió a escoger una ruta imposible, cruzando pantanos y evitando los caminos para sorprender a los romanos.

Aníbal salió por Etruria, muy atrás de las líneas romanas. Nada se interponía entre él y Roma. Sin embargo, en lugar de atacar la ciudad, decidió dedicarse a convencer al resto de Italia de que se unieran a él.


Cayo Flaminio, cuando se enteró que Aníbal estaba en Etruria, inició una marcha para regresar a defender la capital. Y naturalmente, esto era justo lo que Aníbal esperaba.

Al norte de Roma, se encuentra el lago Trasimeno, cuya rivera norte choca con una serie de colinas escarpadas, con solo un estrecho paso llano separándolas de la orilla.

Aníbal colocó a su caballería y buena parte de su infantería sobre las colinas, dejando al resto de sus soldados de a pie en el diminuto paso entre la orilla y las colinas.

Cayo Flaminio que se dirigió a la estrecha entrada al lago con la intención de atrapar a Aníbal antes de que llegara a Roma. Y al ver a las tropas de Aníbal junto al lago, ordenó a sus hombres que atacaran, lo que él creía que era la retaguardia de las tropas de Aníbal.

Pero en el mismo instante en que sus tropas salieron de la estrecha entrada a la rivera del lago, apareció la caballería de Aníbal y les cerró su vía de escape. Y entonces, antes la infantería cargó colina abajo y aplastó a los romanos por el flanco.


Los romanos recurrieron a una antigua solución para tiempos de crisis: la dictadura. En roma, los dictadores eran elegidos democráticamente, tenían poder absoluto y cedían el poder tras seis meses. Esta vez, los romanos eligieron a Quinto Fabio Máximo.

Quinto Fabio Máximo utilizó su poder, no para intentar acabar con Aníbal, sino para contenerlo. Al marcar de frente contra Aníbal, este lo estaría esperando, así que Quinto Fabio Máximo no lo hizo. Sin embargo, esta estrategia le daba tiempo a Aníbal para saquear los campos. En consecuencia, esta estrategia no era popular con el pueblo.

En la noche, los romanos vieron un gran grupo de antorchas y creyendo que Aníbal intentaba escapar, en contra de las órdenes de Fabio, se lanzaron para detener a Aníbal. Sin embargo, Aníbal había atado las antorchas a los cuernos de bueyes, y los había hecho marchar, mientras tanto escapó con sus tropas en la oscuridad de la noche.


Marco Minucio Rufo, mariscal de caballería de Fabio, fue elegido como “co-dictador”. Minucio tomó inmediatamente la mitad del ejército y fue directo a por Aníbal, y como todos los demás generales romanos, le superaron en seguido y casi aniquilaron a su ejército. Al final, Fabio, tuvo que usar sus tropas para rescatarlo. Mninucio dejó su cargo de “co-dictador”.


Con una campaña de descrédito a Fabio, Cayo Terencio Varrón y Lucius Aemilius Paullus crearon el mayor ejército que Roma haya tenido, y se dirigieron al sur para dar caza a Aníbal y destruirlo.

Sabiendo que Anibal había acampado en Cannas, tomaron su ejército fueron hacía él.

Aníbal colocó a su ejército en una curva convexa, con su infantería más débil en el centro, sobresaliendo hacia la línea romana, y su infantería más fuerte en los flancos. Verrón concentró sus fuerzas contra los más débiles. Los romanos golpearon la primera línea, pero simplemente la hicieron retroceder. Y los romanos, al ver retroceder al centro, siguieron empujando, hasta que aquella curva convexa empezó a combarse y empezaron a presionar.

Las tropas de Aníbal rodearon al centro de los romanos, que ahora era demasiado grande. Al mismo tiempo, la caballería de Aníbal, que había expulsado a la romana, cargaron contra la retaguardia romana. El ejército más grande que Roma había tenido, derrotado y masacrado.

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